La llegada del nuevo milenio está suponiendo un cambio de mentalidad. Se está pasando a un ambiente cambiante, discontinuo y sorprendente, en el que el posicionamiento estratégico personal y de las organizaciones, y la flexibilidad de pensamiento, de aprendizaje y de manejo de la información marcará la pauta.
Podemos definir el concepto de Estrategia como la idea principal que orienta las acciones, distribuye los medios y reparte objetivos a los órganos y personas que dependen de nosotros -o a facetas personales subordinadas a otras de rango más prioritario- para la consecución de los objetivos establecidos.
Para esto, resulta conveniente tener especificado un Desenlace o Misión Personal y/o de la Organización. El siguiente paso puede consistir en trazarse unas finalidades concretas u objetivas, que sean fechados y hasta cifradas (en la medida de lo posible).
Planificar significa delinear un futuro deseado e identificar la form a de lograrlo, para esto debemos comenzar por especificar ese futuro al que aspiramos.
Podríamos decir que el aspecto más importante de la Planificación Estratégica es que nos permite crear el futuro a partir del presente. A la vez que nos permite:
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Asumir los riesgos elegidos;
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Seleccionar acciones con las que se puede hacer frente a los cambios y
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Reestructurar nuestras acciones para el futuro, diseñando nuevos escenarios y desenlaces.
Por lo tanto, la planificación estratégica es una actitud, una forma de vida. Necesita dedicación y tiempo para actuar sobre la base de la contemplación del futuro. Ligando tres tipos principales de planes: Planes estratégicos, objetivos a medio y corto plazo y planes presupuestos operativos.
En un mundo cuya nota dominante es el cambio constante y acelerado. En el que las interacciones entre múltiples factores y aspectos de la comunicación cada vez incrementan más los niveles de incertidumbre sobre nuestros actos y sus consecuencias; sea cual sea el futuro que se elija, no hay más remedio que imaginárselo, ya sea de forma intuitiva o valiéndose de otro tipo de técnicas. La clave serán los supuestos, suposiciones o presupuestos operativos que rigen nuestros procesos de dirección interna y/o externa.
Por último, la dirección estratégica de desenlaces y direcciones necesita de un Control estratégico de la misma, para esto es conveniente tener presente los siguientes aspectos:
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Evaluación de la eficacia de nuestro plan estratégico.
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Identificar los resultados alcanzados y ponerlos en relación con otros objetivos y necesidades.
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Calibrar las desviaciones que se han ido produciendo.
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Establecer fuentes de información de calidad internas y externas.
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Establecer tiempo y objetivos para el propio proceso de control.
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